Cada uno de los zapatos de vestir de la colección de Crownhill Shoes lleva impresa toda la esencia de una tradición centenaria que todavía hoy pervive gracias a la destreza de los mejores maestros artesanos del mundo.
La primera etapa de la fabricación de un zapato implica visualizar el que será su diseño final. Elegir el tipo de piel y los materiales con los que lo vamos a confeccionar es tan importante como seleccionar la horma más adecuada en la que se va a montar.
Procedentes de las mejores ternerías de Europa y haciendo gala de una suavidad, resistencia y elasticidad envidiables, las pieles son sometidas a un meticuloso proceso de corte en el que el factor humano se antoja indispensable para lograr el mejor acabado.
Troquelar delicadamente cada una de las piezas de piel que componen el calzado así como coserlas y montarlas de manera manual supone un verdadero desafío para estos profesionales. Al fin y al cabo, un acabado pulcro y distinguido es buena prueba de un producto de gran calidad.
El montado del zapato es una de las fases fundamentales del proceso de fabricación, pues resulta determinante a la hora de dotar al calzado de la máxima resistencia. Un procedimiento que precisa de toda la destreza de los maestros artesanos.
Si hay algo que revolucionó las técnicas tradicionales de producción de calzado fue sin duda el método de fabricación Goodyear, que aportó el salto de calidad definitivo a unos procesos manuales que vieron cómo el doble cosido confería al zapato una robustez sin precedentes.
Su cosido único, que une el cuerpo del zapato a la suela y que resulta imposible de realizar manualmente, consiguió que el calzado tuviera una mayor resistencia, especialmente en comparación con otras técnicas basadas en el pegado de las distintas piezas.
Nuestros artesanos cuidan cada zapato hasta el último detalle, tintándolos según su propia coloración, nutriendo la piel con cremas especiales y puliéndolos hasta adquirir el lustre deseado. Luego, se empaquetan con sumo cuidado.